AVA-Asaja estima que las pérdidas en 2010 por robos en el campo suben un 50% al superar los 15 millones

AVA-Asaja calcula que las pérdidas acumuladas en 2010 a causa de los robos de frutas y hortalizas así como de los asal­­tos a instalaciones de riego en busca de cobre ascenderán a más de 15 millones de eu­­­­ros. La ci­fra supone un au­men­to del 50% sobre la estimación realizada en 2009 por es­ta mis­­­­­ma organización agraria, que atri­­buye el fuerte repunte experimentado a la ‘fiebre’ gene­ra­­da en torno al mercadeo a gran es­­cala con es­te metal; a la laxitud con la que tanto el antiguo como el nue­­­­­vo Código Pe­nal ti­pi­fican la delincuencia rural y a la falta de vigilancia en los campos, agra­va­­­­­da por la des­­coor­di­na­­ción existente entre las distintas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Es­ta­­­do. “Nun­­ca antes nos he­mos sentido tan im­­­poten­tes. Agrade­ce­­­­­­mos la valentía del Consell al to­mar cartas en el asunto e intensificar los controles pero la ­­seguridad en el cam­po es funda­men­tal­mente com­pe­tencia del Gobierno y lle­va­mos años es­­­perando a que la Delega­ción se to­me en serio este problema”, advierte el pre­sidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado.

Por tipo de delitos, AVA-Asaja destaca que –según sus datos- los asaltos en ca­se­tas de riego y en pozos se han duplicado mientras que los robos hortofrutícolas se han man­te­­nido estables pero a un preocupante nivel, oscilando su intensidad en fun­­­­ción del valor de la fruta en los mercados. En cuanto al cobre, la organización agraria cal­cu­­la que al menos una de cada diez casetas han sido atacadas en el año que ahora aca­ba. Prueba de ello es el nuevo en­du­reci­mien­to de las con­diciones del seguro que se espera para 2011, la ingente can­­ti­dad re­gan­tes ‘expulsados’ (a los que no se les re­nueva la póliza por su siniestra­li­dad) o el propio hecho de que sólo existan dos o tres entidades que ofre­zcan esta cobertura.

En cuanto a los hurtos de cosechas, AVA-Asaja advierte que en la in­men­sa ma­yo­ría de los casos, al no poder asegurarse frente al robo, los agricultores no los de­­­­nuncian porque lo consideran una pérdida de tiempo. Lo que sí se ha constatado es la consolidación de un ‘mercado paralelo’ de fru­te­rías ‘low cost’, puestos ambulantes o incluso almacenes que se abastecen de frutas y hortalizas robadas.

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