Cara y cruz de la guerra del cobre

Después de la guerra del agua, llega la guerra del cobre. Un duelo constante, un tira y afloja entre los ‘cobreros’, que van a por cualquier componente de este metal, por un lado, y las fuerzas y cuerpos de seguridad, además de las víctimas, por el otro.
Ayer, tocó ver la cara y la cruz. Por una parte, la Guardia Civil logró frustrar y detener al autor de un robo en el Polígono Industrial de Madrigueras; por la otra, un histórico del asociacionismo agrario, un regante veterano, anunciaba que tira la toalla, tras cuatro robos en poco más de un año en su finca, a las puertas de Albacete.
Según informaba la Subdelegación del Gobierno, agentes del puesto de la Guardia Civil de Tarazona detuvieron a V.S.I, de 27 años, como supuesto autor de un delito de robo con fuerza en las cosas en el Polígono Industrial ‘Los Villarejos’ de Madrigueras.
La alerta la dio un vigilante de seguridad del Polígono el que alertó de la comisión de un robo de cableado de cobre en unos generadores eólicos en construcción. Al llegar, los agentes vieron que, casi de inmediato, emprendía la huida, siendo interceptado instantes después.
En el interior del vehículo se hallaron herramientas y restos de las piezas plásticas utilizadas para sujetar las protecciones del cableado de cobre de los generadores. Tras un rastreo, aparecieron en un olivar cercano 17 rollos de cableado de cobre enrollados y preparados para su traslado, con casi una tonelada de peso.
Pero, no muy lejos, en Albacete, a escasos metros del Parador, Jorge Navarro, uno de los veteranos de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja) anunciaba ayer que se niega a reponer, por cuarta vez, los equipos eléctricos de sus sistemas de riego por culpa de los ladrones de cobre.
El primer robo con fuerza que sufrió se remonta a 2009; fueron, como ahora, los pivots de riego. El segundo, tuvo lugar el pasado mes de diciembre; en aquel momento, fueron los aspersores, doblados a martillazos. El tercero en agosto; en aquel momento, los ladrones subieron a los tejados, para llevarse la línea de la luz. Por fin, el cuarto llegó el pasado fin de semana y, otra vez, los daños se produjeron en los pivots.
En total, entre unas cosas y otras, la broma ya le ha salido por casi dos millones de euros. Y, para poder reiniciar la actividad, sólo para poder volver al trabajo, para empezar, tiene que poner encima de la mesa casi 22.000 euros, al contado.
«Me niego a cambiar de nuevo la red, prácticamente completa, sin tener ninguna garantía -afirma- porque no sólo es lo que se llevan, es cómo lo dejan, que tengo que cambiar todo».
El motivo por el cual renuncia es sencillo. Las aseguradoras, explica, ya se niegan a firman pólizas para cubrir estos robos, pues el riesgo ya les resulta completamente inasumible.
«La última vez que pregunté -indica- el agente de seguros me dijo que, si me empeñaba, me hacían una póliza, pero con unas penalizaciones que me saldrían más caras como el robo mismo».
Y así sigue un duelo sin fin en el que la policía detiene una banda tras otra, que es sucedida, de inmediato, por una nueva «y, mientras tanto, los ciudadanos, a echar el cierre», lamenta Navarro.

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