Los costes ahogan la renta agraria

LAS REACCIONES

ALFONSO MARÍN COAG-IR CASTILLA-LA MANCHA

«Tenemos el gasóleo un 15% más caro, mientras que el precio de la aceituna ha caído un 20%»

JULIÁN MARTÍNEZ UPA ALBACETE

«Somos el único sector que no puede poner el precio a sus propios productos».Es difícil tener el ánimo suficiente para ir a trabajar cuando uno apenas gana o, más bien, pierde dinero. A ese dilema se enfrentan, cada día, los agricultores y ganaderos albaceteños, cuya renta ha vuelto a bajar este año lastrada por el incremento de costes de producción y los bajos precios de los productos en origen.

Sacar el tractor al campo implica llenar el depósito y hacerlo a precio de oro, porque en un año el gasóleo agrícola se ha encarecido en un 15%. Lo explicaba ayer el secretario general de Coag-Ir Castilla-La Mancha, Alfonso Marín, quien señalaba que el carburante está, hoy por hoy, «más caro que nunca».

Con un consumo medio, dependiendo del tipo de cultivo y de la labor que se vaya a realizar, de unos cien litros al día, el agricultor tiene que desembolsar casi cien euros por jornada solo en gasóleo, ya que su coste se ha encarecido hasta rozar el euro por litro.

Marín contaba que acababa de repostar a un precio de 0,97 euros, y lamentó que pese al continuo encarecimiento de este producto, el Estado «no ha llegado a instrumentar el gasóleo profesional» y, además, se han retirado las deducciones fiscales que se habían venido aplicando en anteriores ejercicios.

Para Coag-Ir, «al precio actual del combustible agrícola, la creación de un gasóleo profesional con fiscalidad cero representaría una rebaja de más de 21 céntimos de euro por litro directamente en poste; mientras que con el procedimiento actual tan solo se devuelve 7,9 céntimos de euro».

Devolución

Y es que los agricultores pueden solicitar, al término de la campaña, una compensación por el gasto que han hecho en gasoil, un dinero que, a juicio del secretario provincial de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), Julián Martínez, es importante pero llega tarde, cuando el agricultor ha tenido que adelantar ya el dinero de su bolsillo.

Por eso demandan, como Coag-Ir, que el descuento se aplique directamente en el momento de hacer uso del surtidor.

La devolución del Impuesto Especial de Hidrocarburos (IEH), que incluye la obligatoriedad de realizar el pago del combustible mediante tarjetas o cheques gasóleo, ha generado también, según Coag-Ir, problemas durante este ejercicio, «lo que constituye un motivo más para urgir la puesta en marcha del gasóleo profesional».

Marín recordó que a finales de 2005 se llegó a un acuerdo con la ministra del ramo de entonces, Elena Espinosa, que contemplaba, además de deducciones en el IRPF por el gasto de gasóleo, fertilizantes y plásticos, la devolución del IEH.

«Con el tiempo este mecanismo de devolución debería haber evolucionado, en base a los compromisos adquiridos, hacia un gasóleo profesional en cuyo precio en poste se descontaran automáticamente tanto el Impuesto de Hidrocarburos como una posible rebaja del tipo de IVA aplicable a este combustible, un pacto que no se ha llevado a efecto» y que ha generado, puntualizó, un gran «malestar»

«Los agricultores estamos pagando el gasóleo agrícola, que dicen que es barato, más caro que nadie», sentenció Marín, para quien los tratamientos fiscales especiales «sí se tienen en cuenta en otros sectores como el de la pesca».

Para el representante de Coag-Ir, a los agricultores no les queda más remedio que medir muy bien si les va a valer la pena el esfuerzo que tienen que realizar cada día, y señaló que hay más factores que se lo ponen ‘cuesta arriba’ a estos profesionales, como la «escasa inversión» en infraestructuras de comunicación en el campo que favorezcan los desplazamientos de la maquinaria agrícola.

Igual que los precios de la gasolina para el coche varían de una gasolinera a otra, los agricultores se las apañan para abastecerse al precio más ventajoso posible. Algunos profesionales, sobre todo los que tienen explotaciones de gran tamaño, cuentan con depósitos particulares en sus instalaciones, mientras que otros optan por acudir a los surtidores de las cooperativas agrarias, que actúan como suministradoras de combustible para sus socios y lo hacen en condiciones ventajosas para ellos, como un servicio de «valor añadido» más.

Cooperativas

Es el caso de la cooperativa multisectorial ‘La Remediadora’ de La Roda, que agrupa a medio millar de socios. Ayer mismo, el precio del gasóleo ‘B’, el agrícola, estaba fijado en 0,86 euros el litro, un precio muy competitivo que, aún así, es 12 céntimos más caro que el que tenían hace un año.

«Al ser cooperativa intentamos que el margen de beneficio sea lo más reducido posible para que al agricultor le resulte más barato», afirmó el gerente de la entidad, Inocencio Maestro, quien subrayó que pese a los esfuerzos que se hacen en materia de combustible, «todos los años va subiendo el precio» y así es difícil que cuadren las cuentas.

De hecho, un reciente informe de Asaja Cuenca apuntaba a que en 2011 «se han gastado once euros más de gasóleo por cada hectárea sembrada de cereal», un producto que se mantiene, tan solo, a precios «aceptables» para el productor.

El presidente provincial de Asaja Albacete, José Pérez Cuenca, también aludía recientemente en una rueda de prensa al desorbitado incremento de los costes, señalando sobre los carburantes que se llevan buena parte del poco presupuesto disponible sin que los agricultores puedan hacer nada.

Sube el gasoil, pero es que también lo hace el esto de ‘inputs’ del sector agrario. Según Coag-Ir Castilla-La Mancha, los fertilizantes han experimentado un avance que oscila entre el 5 y casi un 30% en el caso de la urea, mientras que los piensos «han sobrepasado incrementos del 9 por ciento».

Todo sube, menos los precios que el agricultor recibe por sus productos. «Este año tenemos el gasóleo un 15% más caro, mientras que el precio de la aceituna ha bajado un 20%», decía Alfonso Marín. En abril de 2010, la organización agraria a la que representa Marín ya daba la voz de alarma sobre el coste de llenar el depósito del tractor, con precios que por entonces habían subido, en un año, de 0,58 euros el litro a 0,75, bastante inferiores a los actuales.

Lo que está pasando con el cultivo del olivar, cuya cosecha no ha terminado todavía en la Región, es ilustrativo de los problemas del sector: un producto de calidad, el aceite de oliva, tradicionalmente caro para el consumidor, se paga ahora «a menos de un euro el litro, cuando producirlo cuesta el doble».

Asaja hace referencia al «hundimiento», este año, de los precios para la producción de aceituna, y citaba otros ejemplos como la ciruela, la almendra y la carne de porcino.

«Los agricultores y ganaderos somos el único sector en el que no podemos poner precio a nuestros productos», recordaba, a este respecto, el secretario provincial de UPA. Por el contrario, son el resto de integrantes de la cadena comercial los que marcan la cotización en condiciones lesivas para el productor.

Cadena de valor

«El hundimiento de los precios de los productos agrícolas y ganaderos, como consecuencia del enorme desequilibrio existente en la cadena de valor agroalimentaria, es el principal problema que ha caracterizado al año agrario», asegura UPA en su balance agroganadero de 2011.

En este escenario de costes al alza y precios bajos, garantizar la viabilidad de las explotaciones agrarias es tarea complicada. En una década, según explicaba Julián Martínez, los profesionales del sector ha perdido un 10% de su renta «como mínimo».

Durante el año que termina, la renta agraria «han continuado en retroceso un año más, evidenciando la enorme crisis estructural en la que se encuentra inmersa la ganadería y la agricultura españolas», se indica en el balance de UPA. «Con el dato de 2011 se confirma que nuestro país se queda en el furgón de cola de la Unión Europea, ya que en la mayor parte de los países europeos la renta se sitúa en valores positivos».

Según UPA, la renta agraria ha experimentado, en términos corrientes, un recorte del 3,4% «como consecuencia del aumento espectacular de los costes de producción».

Esta tendencia repercute directamente en las posibilidades del sector para generar empleo, con una caída del 5,7% del número de ocupados.

Otra consecuencia dramática es el cierre de explotaciones y el abandono de la actividad. Según Coag-Ir, en 2011 cerca de medio millar de agricultores y ganaderos de Castilla-La Mancha han decidido seguir otros caminos profesionales.

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