Los embalses del Júcar se encuentran a la mitad de su capacidad, con previsión de lluvias

Las pérdidas ocasionadas por la sequía sin precedentes de este invierno para el campo de la Comunidad Valenciana ascienden ya a más de 340 millones de euros, según el balance realizado ayer por La Unió de Llauradors.

Además, se trata solo de los perjuicios «directos» a falta de otros muchos «previsibles» pero todavía no cuantificables, tal como añadieron desde esta organización, que no se mostró precisamente satisfecha con las medidas anunciadas por ahora por el Gobierno y la Generalitat, que compensarán 20 millones de euros. Asimismo, subrayaron que «buena parte de las pérdidas se dan además en cultivos que o bien no tienen ayudas desde la Unión Europea o bien reciben muy poco», y a los que ahora perjudica la nueva Política Agrícola Comunitaria (PAC).

Pedir a Bruselas

Precisamente la propuesta que lanzaron desde La Unió de Llauradors es que los dirigentes políticos españoles acudan a la Unión Europea para pedir más fondos «para este tipo de catástrofes», en palabras de su secretario general, Ramón Mampel.

«Los cultivos mediterráneos aportan mucho al PIB y a la economía, pero parece que ahora que tienen problemas no cuentan de la misma manera para los gobernantes y ya no son estratégicos», lamentó el portavoz de los agricultores, para quien no ocurriría lo mismo si la sequía afectara «cerca de Madrid».

Mientras se articulan soluciones y compensaciones a los afectados del sector, las reservas de los embalses de los que recibe agua la región siguen en niveles peores que los del año pasado. Así, en la demarcación de la cuenca del Júcar el agua acumulada es la mitad de la capacidad, un 51,6%, y se trata de la zona más afectada.

En cuanto al Segura, el porcentaje de volumen hídrico es algo mejor, situado en el 75,6%, aunque también por debajo de la media nacional, que está en el 82,3%. Además, se acaba de aprobar un desembalse de 200 hectómetros cúbicos que mermará esas reservas en una cuarta parte.

Precipitaciones en verano

Al menos hay un motivo para el optimismo moderado, si se cumplen los pronósticos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que aprecia para los meses de junio, julio y agosto «una mayor probabilidad de que la precipitación alcance valores superiores a los normales en el sureste peninsular y Baleares».

Esta predicción «estacional» se basa en datos estadísttcos y de probabilidades con los registros de varias décadas, aunque no puede precisar en qué momento del verano lloverá.

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