Y Espinosa engulló a Narbona…

El 30 de noviembre de 2004, Medio Ambiente llevó al Consejo Nacional del Agua su propuesta de crear un impuesto sobre el agua para reducir el despilfarro. La medida estaba pactada con Agricultura, pero ya en la puerta, el representante de este último ministerio, Francisco Amarillo, se volvió hacia el de Medio Ambiente, Jaime Palop, y le anunció que iba a votar en contra del proyecto de la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona.

       

      Fue el primer gran choque entre los dos ministerios, que han convivido porque no tenían otro remedio. Mientras uno hablaba de reducir el consumo de agua, el otro fomentaba el regadío; si Narbona pedía contención en las cuotas pesqueras, Espinosa se ufanaba de lograr en Bruselas cupos superiores a los recomendados por los científicos, y si la ministra de Medio Ambiente se enfrentaba a cazadores y agricultores, Agricultura no salía a defenderla.

      Por eso, la decisión de Zapatero de unir los dos ministerios dejó atónito al equipo de Narbona. No sólo porque no seguía la ministra, algo que el sector daba por casi seguro, dado su gran cantidad de detractores (De la Vega entre ellos), sino porque le entregaban las llaves a Agricultura.

      Quizá para evitar que la derrota del medio ambiente sea total -desaparece el ministerio que Aznar creó en 1996-, va primero en el largo nombre: Ministerio de Medio Ambiente, Medio Marino y Rural.

      Medio Ambiente será clave ya que probablemente, Espinosa y su equipo no pongan tantas pegas como hasta ahora en las declaraciones de impacto ambiental, algo vital para el desarrollo del plan de obras públicas con el que Zapatero intentará paliar el paro de la construcción.

      Espinosa asume un gran ministerio con competencias amplísimas (agricultura, pesca, agua, alimentación, biodiversidad, incendios, ganadería, enfermedades de origen veterinario, caza…) y mantiene la lucha contra el cambio climático, algo que según Zapatero es uno de los grandes retos de la legislatura. Además, gestionará Salvamento Marítimo y la contaminación en la costa, hasta ahora en manos de Fomento.

      Pero el panorama es más que complicado: el precio de los cereales y de la cesta de la compra está disparado, las emisiones de CO2 crecieron en la pasada legislatura cerca de 10 puntos y España se ha alejado aún más del protocolo de Kioto. Además, la guerra del agua se agravará mañana cuando el Gobierno anuncie la construcción de un trasvase del Ebro a Barcelona paralelo a la AP-7 para evitar las restricciones. Gestionar la sequía y recuperar apoyos en Valencia y Murcia será su primer gran reto, así como culminar el plan de desaladoras que Narbona no supo hacer en cuatro años.

      Espinosa (Ourense, 1960) tiene un perfil gestor y quienes la conocen dicen que es una trabajadora incansable. Su antecesora, Narbona, más política, se enfrentó a comunidades de todos los colores (también socialistas), a cazadores, regantes, constructores… Greenpeace o WWF/Adena defendieron su gestión y señalaron que «ni ella ni su equipo merecían tanto castigo».

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