Los arroceros dispondrán de la mitad de agua del Júcar que necesitan para esta campaña

El tercer año consecutivo de sequía y el segundo peor de la historia por falta de agua va a pasar factura no sólo a los agricultores de Albacete, a los que la Confederación Hidrográfica del Júcar quiere reducirles un 40% la aportación hídrica, pagándoles el 20% del agua. A los valencianos les va a salir la cuenta todavía más cara.

Las primeras tomas de contacto entre los responsables y técnicos de la Confederación Hidrográfica y los agricultores valencianos que se abastecen del Júcar han concluido con que las restricciones serán superiores al 50%.

Eso será así siempre y cuando llueva desde ahora hasta finales de abril o principios de mayo, que es cuando se inicia la temporada alta de riegos, como es el caso de la inundación de los campos de arroz que envuelven la Albufera. Si no llueve la restricción será mayor.

La decisión sobre el recorte en el uso del agua de riego se adoptará en la comisión de sequía que se celebrará a mediados de marzo, según indicó el pasado jueves el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), Juan José Moragues.

Moragues no concretó qué cantidad de agua dejarán de recibir los regantes valencianos, porque todavía no se ha cerrado la negociación con los usuarios del Júcar, aunque sí confesó que el montante será ‘‘equiparable al del año pasado’’.

De momento, según fuentes de los usuarios del Júcar, todavía faltan en los embalses de Alarcón y Contreras ‘‘108 hectómetros cúbicos para estar como el año pasado’’.

Los regantes valencianos del Júcar, en su mayoría de las comarcas de la Ribera, indican que todavía es prematuro decir si habrá o no habrá suficiente cantidad de agua en los dos grandes embalses del Júcar. Por eso esperan que el cielo se pinte de nubes y llueva, especialmente en los cursos medios y en las cabeceras de los ríos.

Pero antes de tomar cualquier decisión en firme, y lejos de situarse en un escenario con climatología benévola que atempere la sequía, pertinaz por tercer año consecutivo, regantes y Administración de aguas se tienen que volver a sentar, observar y decidir sobre el escenario real.

Separar el agua de las ciudades
Ambos grupos verán de qué cantidad de agua se dispone para afrontar el verano, apartarán el volumen de agua que necesita Valencia y su área metropolitana y después decidirán cuánta pueden utilizar.

Decisiones que adoptarán, además, con la intención de que todavía queden 106 hectómetros cúbicos de reserva entre los pantanos de Alarcón y Contreras para garantizar los abastecimientos urbanos el año próximo.

La Unidad Sindical de Usuarios del Júcar, posiblemente la organización de regantes y usuarios de agua más importante de la provincia de Valencia, tiene anualmente una concesión de 725 hectómetros cúbicos. El año pasado utilizó 316 procedentes del Júcar, porque, reservas al margen, no había más agua en el río. El resto de necesidades las suplieron con aguas de pozo y rebombeo de agua procedente de sobrantes de riegos.

Esto por lo que concierne al Júcar, un río que sufre un estado de emergencia de sequía, según la CHJ. El Turia también está sufriendo en sus cauces y embalses la falta de agua. Hace justo un año entre las presas de Benagéber y Loriguilla almacenaban 165 hectómetros. Ahora entre ambos no llegan a la mitad de esa cifra.

Esto supone un problema tanto a los usuarios del Turia como a los del Júcar por una sencilla razón: el abastecimiento de Valencia y su área metropolitana. La concesión de aguas de la que goza la capital es de tres metros cúbicos por segundo del Júcar y otro tanto del Turia. Si uno de los dos ríos flaquea, el otro cubre la escasez. Y si el Turia no da para más, como se ve venir, será el Júcar el que tendrá que suplirlo.

El canal Júcar-Turia
Eso provocará, según las fuentes consultadas, que se reduzca prácticamente hasta la eliminación la aportación del río Júcar a los regantes del canal Júcar Turia, que abastece a buena parte de los campos de l’Horta Sud e incluso en algunos términos municipales de la Ribera. Estos agricultores, muy probablemente, tendrán que recurrir a agua de pozo –algo a lo que están algo más que acostumbrados– para poder regar sus campos.

No obstante, en muchos casos se encontrarán con problemas de riego los usuarios de este canal, puesto que el continuado uso de esas aguas subterráneas ha provocado que las últimas lluvias no hayan contribuido a aumentar los niveles freáticos.

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