Una casacada de informes negativos de la CHJ pone en entredicho la mayoría de los planes urbanísticos

El papel de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), organismo estatal que gestiona los recursos de la cuenca del mismo nombre -que abarca la mayoría de la Comunidad-, en la imagen que se ha trasladado a la Unión Europea (UE) del urbanismo valenciano ha sido determinante. En la mayoría de ocasiones, las respectivas oposiciones vecinales se aferran a los citados informes para condenar los planes parciales o Programas de Actuación Integrada (PAI). Lo cierto es que, en líneas generales, cualquier proyecto que contemple un número elevado de viviendas se topa con su correspondiente informe negativo de la CHJ, que concluye que «no se puede garantizar el suministro» de agua a los nuevos inmuebles. En realidad, esta respuesta no implica que no existan o se puedan encontrar los citados recursos, sino que, a la luz de la documentación aportada, el organismo de cuenca es incapaz de determinar si podrá abastecer a los inquilinos de las respectivas urbanizaciones. Mientras para la Delegación del Gobierno en la Comunidad, dirigida por el socialista Antoni Bernabé, considera determinantes estos dictámenes, el Consell y los respectivos ayuntamientos -incluso algunos socialistas, como el de Elda- interpretan que se trata de una apreciación técnica, y que no es en ningún caso vinculante. Sea como fuere, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunidad ya ha paralizado algunos PAI, como el de Parcent, basándose especialmente en los informes hídricos. La «doctrina Parcent» considera un éxito cada uno de éstos «veredictos».

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